Se cuenta en la ciudad de serenatas famosas e infaltables. Famosas por los infaltables entornos que las rodearon porque por muchos años, sin necesidad de que se los recordaran, los más prestigiados conjuntos que participaban en las serenatas del Miércoles Santo y Día de los Santos, ya sabían la hora y el lugar donde tenían que apersonarse para ejecutar una ya consabida lista de melodías, la misma todos los años, Religiosamente, sus clientes selectos, les abonaban el valor de la serenata no importando el precio que sufría alzas año con año. Se dice que en toda leyenda hay algo de cierto y algo inventado. Permítame darle mi versión de la Leyenda de la Rosa verde y la Serenata. Existía, hace muchos años, un joven de origen humilde que fijó su atención en una agraciada joven hija de reconocida familia de la ciudad. Su inclinación se vio ampliamente correspondida por la joven dama, quién a sabiendas de la vigilancia de que era objeto por parte de sus padres, encontró la manera de sostener una relación exaltada y llena de inquietudes con el enamorado.
Pese a los cuidados con que trataron de rodear sus breves entrevistas, los padres de la joven se enteraron de lo que acontecía y al conocer la identidad del galán, pusieron a su hija bajo los cuidados más estrictos y prácticamente la convirtieron en prisionera dentro de su propio hogar, al prohibirle salir sino solo en aquellas ocasiones en que se hiciera acompañar por uno o ambos padres. La desgracia del joven fue su origen humilde y la carencia de recursos económicos. Mediante la colaboración de una sirvienta antigua de la casa y nana de la joven mujer, mantuvieron al menos correspondencia escrita y por ésta el joven le comunicó a su amada que marcharía a la capital en busca de mejores horizontes que le permitieran reunir lo necesario para raptarla si no había otra alternativa. Con la promesa que ella le esperaría, marchó este moderno Romeo a la huehueteca y seguramente se unieron fortuna y empeño, pues rápidamente progresó en el ramo de la zapatería, por esas épocas tan rentable y de la que Huehuetenango siempre fue proveedor de destacados artesanos.
Cuando consideró tener lo suficiente como hacer frente a las responsabilidades de una esposa, aunque fuera con algunas carencias nuestro héroe retornó a su tierra lleno de ilusiones y de proyectos. Mas al arribar a la ciudad y concertar una breve entrevista con su prometida, esta lo enteró de que sus padres recién la habían obligado a casarse sin mayores ceremonias y casi en secreto, con un joven hijo de una familia vecina. Y que, si había aceptado hablar con él siendo ahora una mujer casada, era nada más que para despedirse y hacerle saber que é/ A sólo él, era y sería para siempre el dueño de su corazón.
En esta última entrevista mucho se dijeron los enamorados quienes lloraron su suerte e infortunio. Se juraron amor platónico imborrable. EI prometió que cada año le renovaría lo invariable de su juramento, y ella a su vez que, de alguna manera, él tendría el testimonio de lo eterno de su amor.
Fue así como nuestro frustrado enamorado, inauguró la costumbre de contratar a la inolvidable Marimba Río Blanco de los Hermanos Palacios para que todos los años durante la Serenata del Miércoles Santo llevará su música frente al hogar de aquella silenciosa y sufrida mujer, quien con cada serenata recibía el mensaje renovador de que su antiguo enamorado jamás la olvidaría. Seguramente el esposo, comprensivo, jamás recriminó al conjunto marimbístico por la serenata que él sabía estaba dedicada a su esposa. Algo sabría y quizás por ello respetaba.
Fue así como nuestro frustrado enamorado, inauguró la costumbre de contratar a la inolvidable Marimba Río Blanco de los Hermanos Palacios para que todos los años durante la Serenata del Miércoles Santo llevará su música frente al hogar de aquella silenciosa y sufrida mujer, quien con cada serenata recibía el mensaje renovador de que su antiguo enamorado jamás la olvidaría. Seguramente el esposo, comprensivo, jamás recriminó al conjunto marimbístico por la serenata que él sabía estaba dedicada a su esposa. Algo sabría y quizás por ello respetaba.
Hay quien afirma dos cosas. Que fue la primera serenata que se dio frente al cementerio, inaugurándose esa noche la costumbre de llevarle música a los seres queridos difuntos, y que otro día, por primera vez, se vio frente a una tumba de ese nido palomas que es el camposanto de huehueteco un lozano y rozagante rosal cubierto de rarísimas rosas verdes. Por mucho tiempo fue motivo de admiración de los visitantes al cementerio y por la mente de tantos pasaría la idea de llevarse consigo este nada común rosal, hasta que un ex-alcalde de la ciudad unió pensamiento y acción trasladándolo a su propiedad con el propósito de cuidarlo y evitar las tentaciones que Cada día se hacían más evidentes.
Cuentan que aquel enamorado, cuando visitó al día siguiente la tumba de su amada y descubrió el extraño milagro floral, entendió en ello el mensaje que desde el más allá le envió su inolvidable amada: lo eterno de su amor.
Conservo en mi poder un rosal que me da rosas verdes, Dicen que es hijo, del hijo, del hijo del rosal que apareció frente a la tumba que selló este gran amor con la rúbrica de tan extraña flor y cuya planta madre yo tuve la ocasión de ver cuando se anunció el prodigio.
Un escrito de Prof. Mauro Filiberto Guzmán Morales
Leyenda contenida en su libro Mitos y Leyendas de Los Cuchumatanes Pag.4-9
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Información de: Lic. Hector Rodolfo Méndez
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